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sábado, 14 de febrero de 2015

Crítica de La Batalla de los Cinco Ejércitos

“Toda gran historia merece ser adornada”, parecen palabras del propio Peter Jackson en boca del mago Gandalf al principio de la primera película de la trilogía. Y podría llevar razón siempre y cuando Jackson no hubiera perdido el rumbo de la historia y la esencia de la obra original, la cual queda tan diluida en el cóctel de efectos especiales y tramas añadidas que casi podría decirse que el título es lo único que mantiene inalterado respecto a esta.
La Batalla de los Cinco Ejércitos no es una mala película, el problema es que se ve lastrada por los mismos errores que las dos anteriores (en mucha menor medida que la segunda): la incorporación de subtramas que no aportan nada a la trama principal y que precisamente ha sido el pecado capital del neozelandés. Y es que parece haber sucumbido al mismo mal que Thorin Escudo de Roble (interpretado impecablemente por Richard Armitage), el mal del oro. La sensación de estirar el chicle hasta la extenuación la tenemos todos, lectores y no lectores. Y es que convertir 300 páginas en casi 9 horas de metraje, a pesar de contar con el material de los Apéndices de El Señor de los Anillos, se ha convertido en una gesta en la que falla estrepitosamente el director, siendo casi todos los añadidos innecesarios y que incluso le hacen caer en absurdos e imperdonables clichés.
Sin embargo no todo es malo en LBDLCE, de hecho la mejor de la trilogía. ¿Puede tener que ver que sea la más corta de las tres? Sin duda. Pero también porque el desarrollo de la misma es más fluido, ascendiendo a un clímax que derrocha epicidad y emotividad por momentos.
[Spoilers a partir de aquí]
El comienzo con la destrucción de Esgaroth bajo las llamas de Smaug es apabullante, y el duelo con Bardo roza la perfección. ¿Por qué no haber terminado la anterior película con esta escena y haber eliminado la absurda y ridícula pelea de los enanos con el dragón en Erebor?
La locura que va haciendo mella en Thorin es otro de los momento álgidos, acompañado por un genial Bilbo, al que descubrimos por ser el más cuerdo de toda la compañía al haber ocultado la Piedra del Arca y utilizarla como moneda de cambio para intentar evitar la guerra entre hombres, elfos y enanos. De lo poco que se mantiene inalterado respecto al libro. Vemos al cuervo Roäc que manda Thorin para llamar a sus parientes de las Colinas de Hierro, aunque sea un mero guiño al libro se agradece.
El combate en Dol Guldur es otro de los grandes momentos, y es que es un auténtico lujo poder ver de nuevo a Christopher Lee encarnando a Saruman una última vez, y a la Dama Galadriel utilizando todo su poder contra los Nueve. Me falla que Gandalf no participe en la batalla. Entiendo que le tenían encerrado y anulada su magia, pero en el momento que es rescatado bien podría haber hecho algo más que quedarse tirado en el suelo como si de un simple mortal se tratara. Al igual que Radagast, que le vemos convertido en el particular taxista del mago gris y piloto de águilas.
La batalla final en general está bien ejecutada, con grandes y espectaculares planos aéreos y combates singulares con unas coreografías muy cuidadas (sin palabras Thorin vs Azog). Bardo y Thranduil muy correctos en sus papeles de líderes de sendos ejércitos (el primero involuntariamente). Si bien la incorporación de los personajes añadidos al libro (Alfrid, Tauriel, Legolas) de nuevo vemos que lejos de aportar algo al conjunto, solo entorpecen la trama principal. Alfrid, el ayudante del Gobernador, se convierte en el nuevo alfeñique y bufón, y de haber sido tan solo un par de pinceladas hasta habría estado bien, pero mientras se repite una y otra vez como inútil y cobarde termina cansando. Tan sólo se salva el momento en el que irónicamente le llama a Gandalf mendigo y pordiosero.
No critiqué la incorporación de Tauriel en la anterior película porque quería ver como se desarrollaba su historia, pero viendo el resultado no puedo sino dar la razón a aquellos que dijeron que era innecesaria hasta decir basta. Su romance interracial con Kili está cargado de tópicos y ni siquiera consigue conectar con el espectador (al menos en mi caso) en el momento de la muerte del enano. Estoy convencido que si se eliminaran todas sus escenas de ésta y de la anterior película, no sólo no pasaría nada, sino que ganaría el conjunto.
En cuanto a Legolas, aparte de protagonizar un espectacular (e irreal, como siempre) combate con Bolgo, poco tiene que aportar a la historia. Vemos como queda relegado a “pagafantas” de Tauriel. Además de quitarle el protagonismo a Beorn, que en el libro fue el que acabó con el orco, y que en el film apenas si sale un par de segundos lanzándose en plancha desde un águila a decenas de metros de altura ¿hola?
De hecho sirve para que me reafirme de que uno de los dos archienemigos, Azog o Bolgo, sobraban de la trilogía. Según Tolkien, Azog fue muerto en Moria por Dáin Pie de Hierro, 140 años antes de los acontecimientos narrados en El Hobbit, siendo su vástago Bolgo el que lideró el ejército de orcos en la Batalla de los Cinco Ejércitos. ¿Qué necesidad había de confundir al espectador con dos orcos líderes? Pero claro, Legolas tenía que tener su momento de gloria…
Por último, vemos como aparecen las águilas conducidas por Radagast, que en la película se convierten en el quinto ejército, ya que inexplicablemente Jackson ha eliminado del guión el ejército de lobos y huargos. Y es entonces cuando la batalla se desdibuja por completo y la da por concluida con apenas un par de planos.
El final es emotivo, con Bilbo tratando de ayudar a un moribundo Thorin, y este último redimiéndose ante el hobbit. Pero sin duda, me quedo con el momento de silencio entre Bilbo y Gandalf (un Gandalf que pasa desapercibido en casi todo el metraje), con el sol poniéndose en el horizonte. Estaba claro que sobraban las palabras en esa escena, y Jackson da en el clavo por una vez. En cambio me faltaron grandes momentos que se describen en el libro, como el entierro de Thorin y la coronación de Dáin. Es extraño que después de casi 9 horas acompañando a los enanos para recuperar su reino perdido, no veamos su culminación. La despedida de Gandalf al llegar a la Comarca y el regreso de Bilbo a Bolsón Cerrado, muy correcto, calcados al libro, concluyendo con un Bilbo mayor, justamente en la escena en la que comienzan las aventuras de Frodo en la anterior trilogía. Buen colofón para decir “hasta siempre Tierra Media”.
En resumen, tenemos un correcto final para una irregular trilogía, cuyo nivel ha quedado muy lejos del conseguido en ESDLA. No en el sentido de nivel tecnológico, que en esta roza la perfección, con un 3D, decorados y efectos especiales realmente logrados, sino a nivel de historia y guión, que quedan totalmente desdibujados por el afán de Jackson de convertir en trilogía lo que debería haber sido, a lo sumo, dos películas. Y es que si se eliminaran o redujeran los añadidos y las interminables escenas de acción, se habría logrado un conjunto mucho más compacto y de mayor calidad argumental. Esperaremos por tanto, no las versiones extendidas, sino las reducidas. En cualquier caso, como bien dice Gandalf, somos simples individuos en un mundo enorme.

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